jueves, 30 de septiembre de 2010

EL REY BLANCO

György Dragomán es un escritor que nació en Târgu Mure, Transilvania, en 1973, en una familia de la minoría húngara en Rumanía (judío). Vive en Budapest desde 1988, tiene su trayectoria que no voy a explicar aquí pero con la novela que acabo de leer de él, El Rey Blanco, ganó el prestigioso premio Sándor Márai.
Es esta una novela que refleja la infancia de los niños del postcomunismo, las terribles condiciones en que quedaron, el desamparo legal, la exposición a la dureza de un entorno violento y el sufrimiento soterrado por la pérdida de sus seres queridos. En este caso el personaje es un adolescente de 14 años al que un domingo le arrebatan a su padre para llevarlo a construir el canal del Danubio. A partir de ese momento sufrirá una serie de peripecias marcadas por un entorno hostil en contraposición con la dulzura y amor que destila su madre hacia él.

Cambiando de tema, este fin de semana voy a visitar a mi hijo en Barcelona. Ayer fui con mi anciana madre al neurólogo. Lo que me temía ya ha empezado a suceder, un proceso degenerativo de pérdida de memoria o si quieren llamarlo de otra forma, demencia senil. Por suerte el porcentaje de pérdida es todavía del 23%, eso significa que aún reconoce bien el entorno y es capaz de manejarse en las tareas cotidianas. La neuróloga le hizo repetir: bicicleta, cuchara, manzana, que es el título de un film que hicieron unos catalanes sobre la enfermedad del alzheimer en el expresidente catalán Pasqual Maragall. No se acordó de repetirlas, no pasa nada, yo estoy a su lado, ayer tarde le propuse hacer un puzzle de 100 piezas. Yo hice el reborde y ella lo rellenó, se puso muy contenta y yo también. Esta tarde soy yo la que va al diván. Anoche estuve llorando un rato pensando en cómo ha cambiado mi vida pero al final conseguí desdramatizar la situación y me dije a mí misma que yo y sólo yo tiene la clave para llegar a ese estado de confort deseable para vivir y no para sobrevivir. Los libros combaten el estrés y las presentaciones y lecturas de poetas o escritores son como un regalo del cielo, de ahí su importancia.

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