martes, 20 de marzo de 2012

GENERADOR DE ANGUSTIA

M. Siéntese, por favor.
P.Gracias.
M. Dígame el día del suceso.
P.Si lee el informe lo sabrá todo.
M.Me está usted diciendo lo que tengo que hacer en mi trabajo?
P.No, pausa.
M.Cuándo sucedió?
P.No recuerdo bien.
M.Trate de recordar.
P.Quizá en julio de 2010 ó 2011.
M.Sea más precisa.
P.En julio, sí, creo que julio del 2010.
M.Sí, así es.
M.Hospital Miguel Servet?
P.Sí, pausa, llanto.
M.Llora porque ha perdido a su hijo?
P.Yo no he perdido nada, pausa, llanto.
M.Pero no puede vivir con usted?
P.No, no puedo, pausa, llanto, silencio, fin del reconocimiento.

Ayer, tarde, una controvertida conversación con mi profesor Julio, me suscitó la siguiente pregunta: ¿Tiene el conjunto de espectadores la responsabilidad de intentar entender el contexto y motivos que desembocaron en una determinada forma de arte o creación del artista o, por el contrario, arbitrariamente interpreta el observador la obra adaptada a su pensamiento sin tener en cuenta los factores que motivaron o generaron la obra, desde su título a su finalidad?
A veces, soy incisiva, eso provoca un malestar que incluso puede llegar a herir los sentimientos de la persona que tengo al lado, sobre todo, si se guarda recelosamente la vida personal por ser motivo de frustración e incluso, exclusión o marginación. Mi relación con Julio es una relación de respeto de alumna a profesor, mucho respeto, pero respeto no significa sumisión, ni mucho menos miedo al rechazo. Para mí, toda creación tiene un mínimo nivel de racionalidad, de hecho, no concebiría una sola obra que no haya sido escudriñada y racionalizada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario