sábado, 12 de enero de 2013

Artaraz

Las cenizas de mi hermana se volatilizaron hacia el mar, las de mi padre, también. Mi madre anhela hacer lo mismo. El mar se traga muertos que no escupe, el mar está lleno de cadáveres, de óxido y detritos, vomita ballenas enfermas y petróleo y algas que no comeremos en el shusi take away. La nevera de mi casa está llena de cremas regenerantes de farmacia de barrio, son alemanas, persiguen la inmortalidad de la piel, toda la histología metida en un envase de cincuenta mililitros. Nado para disminuir la ansiedad, trago pastillas para no llorar, pero no tomo nada, y digo nada, para no dejar de defecar. La tecnología ha mutado el paisaje, mis compañeras mandan wasap y jastak y a mí me da lo mismo, me gusta leer pero no leo nada, salvo pixeles a quemaropa. Rezo todos los días para vivir siempre y nunca he conocido a dios. Vivimos para contar en canales y fibra óptica, las cámaras son infinitas, fotografiamos hasta morir [ y no es broma ] . Quiero vivir eternamente, en este mundo que conozco y no otros [ son tantos ] y descifrar códigos binarios y no dejar de amar___ y reír.

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