viernes, 10 de diciembre de 2010

PILAR ADÓN, El mes más cruel

Soy un número disfuncionado, roto, una tara social congelada desde hace millones de años, una partícipe de la podredumbre y el delito consentido. Estoy tarada pero no sé si nací así o si mi historia personal ha conformado esta mente lisiada y delirante.
Amo mis pastillas, todo lo relacionado con ellas, yo lo amo. No sé vivir sin ellas, no puedo vivir sin este mundo prescriptivo que administro como si ya no hubiera nada más, y quizá no haya nada más. En cualquier caso soy una minusválida feliz consciente de su dependencia hospitalaria, más consciente aún si cabe, de los controladores aéreos, de los pilotos, de los decretos que me permiten visitar a mi hijo en vuelos carísimos a Londres, en hoteles de medio pelo con agujero cibernético y moqueta sucia, un constante ir y venir con destino nada fulgurante, con mucha nieve y más frío.
Me gustan los libros, su poder curativo y silencioso que nada tiene que ver con premios nobeles ni alfombras rojas, y mucho menos con gigantescos egos y vanidades individuales.

Pilar Adón tiene una narración firme, concienzuda, que convierte la lectura de sus catorce relatos en un replanteamiento del propio relato cuando éste finaliza, por un giro inesperado que otorga a sus personajes, acabados en una prosa difícil y moralina, en relatos infinitos y cuestionados, vueltos a plantear. Una delicia de escritora en la que sus personajes leen siempre, y algo casi asombroso en esta era, no menciona para nada ninguna de las nuevas tecnologías lo que convierte a Pilar Adón en completa heroína. Un prólogo de Marta Sanz harto interesante.
Acabé ya con Eloy Fernández Porta y su Afterpop, y tengo que decir que en un mismo mes he leído dos críticas hacia la narración de VilaMatas, de un lado Porta con elogios, de otro Mora con nada de elogios, dos evocaciones extremas que me han hecho reír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario