lunes, 6 de febrero de 2012

FAMILIAS Y HERENCIAS

Hace frío por el Norte, pero, y esto es lo más característico del asunto, nos gusta el frío. Esta mañana la ventana estaba aún empañada y eso que eran las 11. Esta casa es la casa familiar, es decir, la casa de mi madre, porque mi padre ya falleció, y la casa de mis hermanos, incluida yo. En esta casa, cuando mis padres aún no vivían en ella, vivía mi hermano J. Se puede decir que J. no pagaba un duro de alquiler, mientras los demás nos buscábamos la vida para subsistir. Pero J. siempre pensó que la casa era suya exclusivamente, así que J. procedió a adueñarse del confortable espacio haciéndolo a su imagen y semejanza. Mis padres, después de trabajar como burros, especialmente mi madre, se mudaron a su humilde casa ocupada por mi hermano. Fueron viviendo con sus más y sus menos los tres juntos. ¿Qué hacíamos los demás entretanto? Buscarnos la vida. Unos se la han sabido buscar mejor que otros, pero buscar al fin y al cabo. ¿Se puede eso interpretar como un abandono a tus padres? Bien al contrario, se procuraba, y en esto hablo por mí, ser la mínima carga posible. Hace un par de años, caí enferma, esa enfermedad me obligó a permanecer ingresada, vinieron a buscarme para llevarme a la casa familiar. Y ahí empezaron los problemas. Cuando llegué y pude empezar a remontar, me di cuenta, de que mi madre no veía tres en un burro, que su cabeza no funcionaba todo lo fluida que se requiere para llevar vida normal, que las pruebas semanales del sintrón, que es un fármaco, le daban siempre mal y que respiraba con dificultad. Primero resolví el tema de la respiración y la llevé al cardiólogo. Después vino el neurólogo y determinó el diagnóstico que no era otro que un principio de demencia senil propio de estas edades, le administraron medicación para retrasar esos síntomas tan molestos. Y finalmente, la llevé a operar los ojos, unas cataratas como la copa de un pino, también normal teniendo en cuenta que tiene 82 años. Me cuestioné alguna que otra cosa, como por ejemplo, que mi hermana la mayor, digamos M. que comía cada día en casa de mi madre como ha venido haciendo toda su vida, no se hubiera percatado de todo esto, y de que mi hermano pongamos J. que vive con ella, tampoco se hubiera percatado del asunto. DE ahí mi desconfianza hacia ellos. Llevé a madre al tipo que se encarga de llevar a cabo los testamentos a petición de ella misma, y a su mismo libre albedrío, decidió testamentar a nombre de todos sus hijos, somos 7, por igual, mi padre ya lo había hecho en vida, es decir, el 50% de la casa es ya de los hijos pero mi madre tiene derecho de usufructo. Ahí empezaron mis problemas familiares. Mi hermano J. alcohólico y maltratador en el ámbito doméstico, a mí me amenazó con tirarme por la Galea (un acantilado), empezó a buscarme las cosquillas metiéndose conmigo siempre que podía y venía borracho, porque yo, de alguna manera, había puesto las cosas en su sitio. Al ver que sólo no podía, se alió con mi hermana que es la persona más manipuladora que yo haya visto jamás. Entre los dos empezaron a ponerme la fama de que quería apropiarme de todo: el todo os lo resumo: una triste casa de los cincuenta y algo de dinero que tiene mi madre en el banco, y del cual, mi hermana M. es titular junto con mi madre, no porque el dinero sea también de ella, sino porque así, llegado el caso, ya sabemos qué pasaría. Hace poco, mi hermano J. le quitó 300 euros a mi madre, y le dijo que a partir de ese momento iba a ser él quién la llevara a comprar y quien controlara el gasto. Intervine y tuvo que devolvérselo. Entretanto mi hermana M. cada vez que venía a casa de mi madre, la pinchaba para que me echara de casa, que por cierto y ya de puestas, mi hermana M. siempre ha tratado a mi madre con menosprecio, infravalorando todo lo que ella ha hecho por mi hermana M. y que no ha hecho por ninguno del resto de hijos. En resumen, J. y M., pensaban repartirse la herencia y yo lo he jodido todo. Conclusión de mi día a día: por la noche preparo las pastillas mías y de mi madre, para tomarlas al día siguiente en el desayuno, saco la basura y a la perrita de J. y miro un rato la tele para estar con mi madre y escuchar todo lo que habla, que no es poco, y la mayoría incoherencias, pero estoy ahí. Por las mañanas le preparo el desayuno, a veces voy a por el pan, otras va ella si tiene ganas de salir, ella prepara la comida que es algo que le exijo por prescripción neurológica, después comemos juntas, recojo y voy un rato a nadar. Al regreso miro con ella la novela, charlamos y me voy a clase de dibujo, después vuelvo, a veces voy un rato a kultur, esa más o menos es mi rutina. Y, llevarla a los médico a controlar sus afecciones. Los fines de semana son para mi madre íntegros: sábado por la mañana limpio la casa y el resto de tiempo para ella. Le ingreso 200 euros al mes en concepto de comida. O sea, todo el mal que he hecho es éste: sacar a mi madre de su inmensa soledad y maltrato por parte de J. y M., porque quien no se preocupa por el estado de salud de la madre, pero están muy pendientes del estado de salud de su cuenta bancaria, para mí eso es maltrato. Si yo no estuviera, mi madre estaría tal y como yo me la encontré: soportando a dos hijos que no la trataban ni bien, pero que han hecho creer a todos lo contrario. Suerte que a día de hoy, dos de mis hermanas apoyan y ayudan a que mis circunstancias sean más equitativas y por supuesto, no creen para nada lo que J. y M. han hecho creer. Y esta es la miseria familiar que ronda en una gran mayoría de familias, esta es la gran pobreza del elemental ser humano: su ambición ilimitada. Punto final.

1 comentario:

  1. Como suele decirse: en todas partes cuecen habas.

    Salud y fuerza.

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