Qué le dice un cuentista a otro: ¡Cuánto cuento hay por el mundo, amigo mío!
Andrés Neuman me vuelve a sorprender con este excepcional libro de imaginería y cuento. Derroche de drama y sentido del humor en dosis que desorientan gratamente a la lectora. No hace falta complicarse la vida con frases rebuscadas y ofuscadoras. En la escritura sencilla de Andrés hay un elevado componente de literatura buena, con palabras precisas y elementos concisos consigue mantener toda mi atención. Sólo una cosa cambiaría: en el episodio de la madre, hubo un momento en que experimenté una emoción de sensiblería barata, duró poco, lo justo para no perder la calma ni la estúpida paciencia. Una pequeña joya al alcance de todos, en Kultur ya lo he dejado en los estantes para quien quiera pasar unos ratos agradables y divertidos. Me ha sorprendido la dedicatoria especial que dedica a sus amigos, a cada uno un cuento, qué derroche de generosidad, algo que reconozco claramente en la persona de Neuman: amabilidad, generosidad, talento y cierta humildad.
La fotografía de Mordzinski es sumamente encantadora. Es un fotógrafo excepcional.
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