Me he dado cuenta que de los seis alumnos de las clases de dibujo, sólo yo me fijo en cómo dibujan los demás. Eso me ha llevado a una conclusión: que dependiendo de los ojos que miren, al margen del talento o ausencia de él, cada mirada es única, cada interpretación de la lámina es única y personal, eso me invita a poder comparar y corregir aquello que veo en los demás y no me gusta. También me he percatado, de que no sé cuando he acabado el dibujo, es Julio, en última instancia quien me dice: fíjalo ya; y esa es otra de las diferencias con respecto al resto de mis compañeros: ellos siempre saben cuándo han acabado el proceso de creación. Ayer Julio nos explicó que una de las asignaturas de su carrera , era la tela, nos confesó que las telas son difíciles y pude objetivar que sí, de hecho no di por finalizado el boceto de la silla, me hubiera estado una hora más con ella, pero Julio me dijo que no, que la dejara ya, el resto la acabaron todos, soy lenta.
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