Anoche, la periodista Pepa Bueno, estaba radiante con ese vestido rojo y negro tan comunista, tan revolucionario. Estoy enamorada intelectualmente de Pepa Bueno, si yo fuera lesbiana, me casaría con ella, pero por defecto estoy en la misma acera que ella. Me encanta su cutis limpio, radiante, sus palabras dulces y ácidas, su picardía, su inteligencia. Hay mujeres, a las cuales la carrera, no les sirve absolutamente para nada, conozco algún caso, pero en Pepa Bueno, veo a las mujeres que quiero ver, veo a mis congéneres como las quiero ver, no sé si me explico con la suficiente claridad. Ayer, a pesar de ser un día un poco grosero, mi gran amigo Andrés me hizo reír con su sentido del humor inteligente, me dijo: si tú y yo fuéramos pareja, me llevarías al cementerio en cuatro días, jajaja, es estupendo e inteligente y muy, muy buen amigo, nuestra amistad está por encima del bien y el mal, por encima de la envidia o los celos, por encima de la carne que es putrefacta y el deseo que se agota una vez satisfecho, por encima del egoísmo y el individualismo, seremos amigos siempre, él, al igual que Pepa Bueno o Manuel Vilas, está en mi lista de fidelidades, pero no son las únicas personas de esa lista que nunca publicaré. Andrés dice que tengo que rehacer mi vida y yo le respondo que ya lo hago: la piscina, el cine, los amigos, el dibujo, forman parte de esa rehabilitación, y en cuanto me llegue la notificación: el trabajo aquí en mi lugar de origen, que ya tengo ganas. Me ha dicho mi madre que se jubila mi primo Manuel Preciado, qué bien, ahora tiene una novia joven y guapa y yo lo celebro, se lo merece. Ayer me lo pasé muy bien en la clase de dibujo: me encanta dibujar cuerpos desnudos, se ven tan puros, tan limpios.
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